Ángeles Ortiz, Manuel
(1885 - 1984)

Aunque nacido en Jaén en 1895, a los tres años Manuel Ángeles se traslada con su familia a Granada, ciudad que tomaría para siempre como suya. Además de iniciar allí su formación artística, también conoce al granadino Federico García Lorca, cuya profunda amistad le marcaría para siempre. A este respecto merecen mención las palabras de José Bergamín para definir a Manuel Ángeles: "el que pinta como su amigo del alma, Federico García Lorca, cantaba en poesía. El que dice pintando lo que Federico en sus versos". También cabe recordar las palabras que dijo García Lorca a Manuel Falla, cuando el pintor y el poeta se le presentaron en 1919,: "Yo soy Federico García Lorca, poeta, y este es Manolo Ángeles Ortiz, pintor, que pinta como yo escribo". A partir de ese momento la amistad con el músico sería también fundamental para Manuel Ángeles. Ese mismo año se casa con Paquita Alarcón, que moriría tres años más tarde, dejándole una hija que apadrina su amigo Federico. Tras unos años en Madrid donde asiste, entre otros, al taller de Cecilio Plá su pintura, que bebe de fuentes cubistas y neoclasicistas, comienza a tomar una especial forma propia. En 1922, se traslada definitivamente a París, con cartas de recomendación de Manuel Falla. Una de ellas dirigida a Picasso, quien le acoge cariñosamente. Entre ambos pintores surge una amistad que duraría toda su vida. En estos años Manuel Ángeles participa activamente en el circuito artístico y social de la capital artística europea, a la vez que consolida su lenguaje plástico con pluralidad de registros que indagan en la abstracción geométrica, cubismo, surrealismo o nuevo realismo. En 1932 regresa a Madrid, trabajando en programas vinculados a la causa republicana y en proyectos de las Misiones Pedagógicas, especialmente con La Barraca, teatro dirigido por García Lorca. Durante la contienda civil se posiciona como miembro de la Asociación de Intelectuales Antifascistas y participa en el pabellón de la II República española de la Feria Internacional de París de 1937. Una vez implantada la nueva situación política tras el fin de la guerra, y tras su paso por un campo de concentración en el sur de Francia, del que sale gracias a la intervención de Picasso, el pintor se exilia en Argentina, donde permanecerá casi diez años, hasta su regreso definitivo a París. Después del período argentino, en el que su pintura había experimentado el retorno a una figuración más explicita, Manuel Ángeles desarrolla una de sus etapas más interesantes, definida por la sinterización de las composiciones y por unas estructuras cada vez más cerca de la abstracción, aunque sin dejar de reconocerse heredero del cubismo. Como tristemente ha ocurrido con muchos artistas desplazados de España, el reconocimiento en su país natal llegó mucho más tarde que en el exterior, no siendo justamente valorado hasta las décadas de los sesenta y setenta. Ya en los años ochenta se organizan diversas exposiciones de su obra y se le rinden homenajes, recibiendo el 1981 el Premio Nacional de Artes Plásticas. Manuel Ángeles muere en París en 1984.