El coruñés Francisco Llorens inicia su formación artística como discípulo de Roman Navarro, en la Escuela de Artes y Oficios de su ciudad natal, para continuar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, donde fue, además, discípulo de Sorolla. Finalmente completa su formación en la Academia Española de Roma, desde donde viaja por diversos países europeos en busca de nuevos lenguajes plásticos. Este maestro del paisajismo gallego recrea incesantemente las panorámicas de su tierra natal con exquisita sensibilidad y dominio técnico. Llorens pinta la atmósfera, el aire y la luz que envuelve las formas con gran talento, haciendo uso de ricas gamas cromáticas. La expresión estética de Llorens se vincula a la corriente postimpresionista. Cada obra salida de sus pinceles implica la resolución de un dilema entre luz y color. La obra de este reconocido artista gallego se conserva en numerosos museos, colecciones o centros públicos y privados, tanto de España como del extranjero, y es considerado como uno de los pintores más dignos del paisajismo gallego.
titulo // Fragmento de costa
fecha_creacion // ca. 1930
tecnica // Óleo sobre lienzo
dimensiones // 81 x 110
No se sabe a ciencia cierta a que paraje hace referencia este acantilado en el que se distribuyen a ambos lados de la composición sendos conjuntos rocosos que ocupan gran parte de la configuración argumental. Al fondo el mar, con la presencia de un velero cercano a la costa, y más allá otros, ejecutados con un certero golpe de pincel. El autor quiere concederle profundidad al mar, por lo que sitúa alta la línea del horizonte. Sobre ésta, un cielo azul en el que sólo se insinúa cierta neblina. Las rocas situadas en riguroso primer término transmiten solidez y energía. No es esta una obra de fácil ejecución y, sin embargo, no hay errores. Los protagonistas de la obra son, en igual medida, la línea y el color. La luz solar entra por la izquierda de la composición, quedando los dos grupos pétreos en contra y frente al sol, respectivamente. El autor nos da una brillante lección del tratamiento de la luz según su incidencia en las rocas, ejecutadas con gran maestría. De pincelada nerviosa pero firme y oportuna, el autor va superponiendo manchas de muy variados colores, verdes, azules, violetas, tierras, naranjas, pardos, rosados hasta dar el volumen, luz y color deseado a las formas concebidas.