Parada Justel es, con Ovidio Murguía, Jenaro Carrero y Joaquín Vahamonde, uno de los integrantes de la mítica Xeracion Doente, denominación impulsada por Bello Piñeiro para definir al grupo de pintores que vivieron alrededor de las tres últimas décadas del S. XIX, el tiempo que duraron sus vidas, rápidamente consumidas por la tuberculosis, la fiebre romántica de la bohemia. Entre todos ellos construyeron el puente de enlace entre la tradición pictórica decimonónica y la renovación artística que llegaría con el S. XX. Ramón Parada Justel, nacido en la aldea orensana de Esgos, en 1871, demostró desde su infancia un enorme talento para la pintura, lo que le llevó a ingresar en 1888, con el primer puesto de la clasificación, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, donde además tiene la ocasión de trabajar incesantemente en el estudio y copia de los maestros del Museo del Prado. Tras cinco años de brillantes estudios obtiene un pensionado que le permite completar su formación en Roma, donde el descubrimiento del arte clásico le produce una profunda impresión. Su condición de pensionado le obliga a componer una pintura de gusto académico que, si bien le convierten en un dibujante excepcional, su estilo está lejos de lo que demanda sus ambiciones y su afán por nuevas exploraciones plásticas. Su verdadera y natural orientación comenzará a verse en las obras efectuadas en su regreso a Orense, donde recibe varios encargos que además, nos hablan de un pintor ya con cierto prestigio. En 1895 se había presentado a la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, con Regoyos, Rusiñol o Sorolla, entre otros. Ya de regreso en Orense concurre a la Exposición nacional de Bellas Artes, donde recibe una tercera medalla, y otra dos años más tarde, en 1901, en la del Círculo de Bellas Artes. En los últimos años de su vida se ha instalado de nuevo en Madrid, donde trabaja apasionadamente hasta su muerte, en Orense, cuando tan solo contaba 31 años de edad. Parada posee un talento extraordinario para el dibujo. Impresiona la seguridad de sus trazos, y sus magistrales valoraciones en los efectos de la luz. Conoce perfectamente la anatomía humana y domina el dibujo y los scorzos violentos. En la última etapa de su corta vida es extraordinaria la agilidad en el empleo de las pinceladas, que se han convertido en brochazos directos de color.
titulo // Un castellano rancio
fecha_creacion // 1895
tecnica // Acuarela sobre papel
dimensiones // 27 x 20
A partir del regreso de su pensionado en Roma, en 1895, la obra de Parada comienza a lograr sus mejores resultados, fruto de la fusión de sus conocimientos técnicos y su libertad en la orientación de los nuevos argumentos temáticos, entre los que destacan el retrato y los asuntos sociales, la temática de la tierra y sus gentes que, además, se adecuaban al modelo de la estética realista que todavía se mantenía a finales del S. XIX. En Un castelán rancio Parada aborda esa poética realista vigente y la representación de individuos populares. La neutralidad del fondo hace resaltar la figura que, enfocada desde un plano ligeramente inferior nos muestra la concepción de los nuevos encuadres compositivos derivados del reciente uso generalizado de la fotografía. Aunque no olvida ciertas premisas académicas en el empleo del claroscuro, los colores se hacen más vitales. Una luz artificial incide con fuerza desde un ángulo superior, provocando acentuados contrastes lumínicos que refuerzan las facciones y la expresión del rostro, otorgándole cierto dramatismo a la expresión. En el año 1895, año de la ejecución de la obra, Parada ha regresado de la Academia romana, esta viviendo en Orense y su actividad artística es intensísima. Dos años más tarde regresa a Madrid donde, según los estudios de Belén Lorenzo Rumbao, en 1898, temporalmente restablecido de una recaída en su salud, acude a la Bienal del Círculo de Bellas Artes, como ya hiciera en la convocatoria del 1896. En esta ocasión presenta varios bocetos y dos acuarelas, probablemente las que en el mes de Febrero del mismo año reproduce la Revista de Bellas Artes, tituladas “Un zapatero” y “Un castellano rancio”, la obra objeto del presente estudio. El talento del pintor queda reflejado en la sorprendente calidad de la pincelada. La espontaneidad de cada una de ellas, con leves y seguros toques de color acuoso, la seguridad y desenvoltura para captar, con los mínimos trazos, la sicología de la figura. Parada refleja con maestría las calidades de la piel curtida de campesino. Su porte recio y fuerte se contrapone con la nobleza de su mirada, dirigida a nosotros, como si se preguntara porqué le miramos.
Exposiciones:
Literatura:
* Bellas Artes, Revista Semanal Ilustrada, Madrid, febrero 1898 (repr.)
* La Voz de Galicia, A Coruña, 7 agosto 1909
* Couselo Bouzas, J., la Pintura Gallega, A Coruña, 1950
* Fariña Busto, F. Exposición inaugural Ramón Parada Justel (1871-1902) Ministerio de Cultura, Orense, 1979
* García Caballero, Mª J, Gran Enciclopedia Galega; Parada Justel, Ramón, t.24, (s.d)
* Belen Lorenzo Rumbao, Catálogo Museo Provincial De Orense, Ourense 1991
- Catálogo exposición Os Satélites. Parada Justel. Organiza Xunta Galicia. Musep Arqueolóxico Ourense. Noviembre 2014-febrero 2015