Manolo Paz (Castrelo, Cambados, Pontevedra, 1957) se formó en los años 1978 y 1979 en la Escuela de Artes y Oficios Maestro Mateo de Santiago de Compostela. Sería en este último año cuando comenzó a darse a conocer al cosechar excelentes críticas durante su participación en la V Bienal Nacional de Pontevedra con sus característicos trabajos en piedra. Este éxito le llevó a ser invitado en posteriores ediciones y a exhibir su trabajo por varias ciudades españolas. Junto a Leiro, Lamas, Patiño o Lamazares se convirtió en uno de los valores plásticos más destacados del panorama artístico gallego de comienzos de los años 80. Su escultura se ancla en la cultura celta relacionada con la cultura megalítica y castrexa. En 1980 tuvo la oportunidad de trabajar como profesor en la Escola de Canteiros de Poio (Pontevedra) para posteriormente, dar a conocer su obra en lugares tan dispares como Nueva York, Alemania o Japón. Será precisamente en la primera ciudad a la que pueda regresar en 1992 cuando consigue la Beca Unión Fenosa de Creación Artística en el Extranjero. Desde un principio su producción se centra en reflexiones sobre el valor de la cultura autóctona, sus signos, sus símbolos y su material. Paz profundiza en las posibilidades expresivas de materiales tradicionales, el granito gallego es su predilecto, al que atribuye un carácter sacro y ritual. Sin embargo, también ha trabajado otros materiales como el metal o la madera, combinando esta última con la piedra. Aunque su actividad expositiva individual no es muy prolífica debido a que el autor prefiere reflexionar profundamente acerca de su obra antes de mostrarla, su trabajo se puede contemplar en varios espacios públicos como la instalación de menhires diseñada para los alrededores de la Torre de Hércules (A Coruña), así como importantes colecciones como la de la Fundación ICO; la del Museo de Duisburg (Alemania); la de la Fundación Caixa Galicia (A Coruña); la de la Fundación de Oriente (Lisboa) o la del Parque Namakunay (Japón).
titulo // Menhir
fecha_creacion // 2002
tecnica // Granito
dimensiones // 55 x 30
Manolo Paz ha desarrollado a lo largo de su carrera un estilo muy personal en el que el granito es su material fetiche por excelencia. En su producción, este autor hace convivir el oficio de la cantería, con una concepción artística en la que aporta a la piedra un significado propio. El granito está íntimamente ligado con la historia y la cultura de Galicia y su vinculación con ritos ancestrales es evidente, aunque también con otras manifestaciones artísticas a lo largo de la historia. Para él cualquier piedra hallada en el campo tiene posibilidades de convertirse en escultura, es suficiente con comenzar a trabajarla, aunque preferiblemente sin una intervención muy profunda por parte del autor para que el granito pueda expresarse a través de su textura, desde las formas abstractas. Son estas últimas características las que convierten la producción de Paz en creaciones modernas, contemporáneas, que sin embargo están vinculadas ineludiblemente con la tradición y al mismo tiempo con el land art. Para este artista es vital la elección de la piedra que va a trabajar, ya que considera que debe escucharlas y entenderlas antes de realizar cualquier intervención. Luego, siempre con permiso de ellas, como matiza Paz, les va dando la forma que había pensado. El especialista José Jiménez resume la esencia del trabajo de Paz: “En nuestro contorno tecnológico, artificial, Manolo Paz impone sus piedras y lo hace como sucedía con el gran pionero de la escultura de nuestro tiempo, Constantin Brancusi, en una dinámica plástica que encuentra su fundamento en la voluntad de dejar hablar libremente a los propios materiales”. La obra Menhir (piedra y granito, 55x30 cm., 2002) es una pieza maciza de tendencia vertical que recuerda a los menhires o a las estelas funerarias. Un rectángulo horadado en el centro y en su interior, lascas de piedra de distintos colores y texturas ofrecen un contraste de materiales y un juego entre las superficies. Para realizar estas obras Paz encuentra la inspiración en el pasado neolítico y en la cultura celta. Este tipo de monolitos resultan familiares al público porque evocan una naturaleza con la que están en contacto permanente. El artista sabe que estas formas están inscritas en el patrimonio cultural de los gallegos. Para lograr esta vinculación, el autor realiza una talla artesanal, busca contrastar la superficie rugosa con concavidades horadadas en la piedra de carácter geométrico que poseen un interior más pulido. El diálogo entre interior y exterior o vacío y lleno que presentan estas piezas propicia que el interior de la piedra salga a la luz y revele sus cualidades. Paz busca mostrar el interior del material con el que trabaja para hacer visible un espacio que nunca lo sería sin la intervención del autor. Al mismo tiempo, aluden al misterio y la sacralidad, a la celebración de algún rito. Estas piezas recuerdan a los ídolos que se enterraban en las necrópolis megalíticas y desprenden un sentido orgánico, ya que Paz concibe la piedra como un ser vivo. Muchos de estos monolitos están pensados para hincarse en la tierra, de manera que echen raíces y cobren vida, que se reflejará en el paso del tiempo, las incidencias climatológicas o la intervención humana.
EXPOSICIONES:
titulo // Capilla
fecha_creacion // 2001
tecnica // Granito
dimensiones // 140 x 130
Manolo Paz ha desarrollado a lo largo de su carrera un estilo muy personal en el que el granito es su material fetiche por excelencia. En su producción, este autor hace convivir el oficio de la cantería, con una concepción artística en la que aporta a la piedra un significado propio. El granito está íntimamente ligado con la historia y la cultura de Galicia y su vinculación con ritos ancestrales es evidente, aunque también con otras manifestaciones artísticas a lo largo de la historia. Para él cualquier piedra hallada en el campo tiene posibilidades de convertirse en escultura, es suficiente con comenzar a trabajarla, aunque preferiblemente sin una intervención muy profunda por parte del autor para que el granito pueda expresarse a través de su textura, desde las formas abstractas. Son estas últimas características las que convierten la producción de Paz en creaciones modernas, contemporáneas, que sin embargo están vinculadas ineludiblemente con la tradición y al mismo tiempo con el land art. Para este artista es vital la elección de la piedra que va a trabajar, ya que considera que debe escucharlas y entenderlas antes de realizar cualquier intervención. Luego, siempre con permiso de ellas, como matiza Paz, les va dando la forma que había pensado. El especialista José Jiménez resume la esencia del trabajo de Paz: “En nuestro contorno tecnológico, artificial, Manolo Paz impone sus piedras y lo hace como sucedía con el gran pionero de la escultura de nuestro tiempo, Constantin Brancusi, en una dinámica plástica que encuentra su fundamento en la voluntad de dejar hablar libremente a los propios materiales”. La obra Capilla (granito, 140x130 cm., 2001) está formada por una única pieza de forma oval y maciza, cuya rotundidad se ve aligerada por su tendencia vertical. Tres oquedades cuadradas horadadas en la piedra logran un juego de contrastes de luz y texturas. Paz se inspira en el pasado neolítico y en la cultura celta, aludiendo al misterio y la sacralidad, a la celebración de un algún rito. Este tipo de monolitos resultan familiares al público porque evocan una naturaleza con la que están en contacto permanente y pertenecen al patrimonio cultural de los gallegos. Para lograr esta vinculación, el autor realiza una talla artesanal, busca contrastar la superficie rugosa con concavidades horadadas en la piedra de carácter geométrico que poseen un interior más pulido. El diálogo entre interior y exterior o vacío y lleno que presentan estas piezas propicia que el interior de la piedra salga a la luz y revele sus cualidades. Paz busca mostrar el interior del material con el que trabaja para hacer visible un espacio que nunca lo sería sin la intervención del autor. Paz define así su relación con la piedra: “La única manera de entrar en la piedra es asustarla porque si no, te asusta ella a ti. Hay que tener fe en la piedra, que hable por sí, por ella. Darle un machetazo, abrirla en canal y que surjan los misterios, la energía que lleva dentro”. En este sentido, la exploración de los espacios, ahondar en la piedra tanto física como conceptualmente es una tendencia generalizada que se desarrolló en la segunda mitad del siglo XX por muchos escultores, que en España se ejemplifica en la producción Oteiza o Chillida y a nivel internacional, se identifica con la producción del indio Anish Kapour.
LITERATURA:
titulo // s/t
fecha_creacion // 1998
tecnica // Granito
dimensiones // 120 x 190
Manolo Paz ha desarrollado a lo largo de su carrera un estilo muy personal en el que el granito es su material fetiche por excelencia. En su producción, este autor hace convivir el oficio de la cantería, con una concepción artística en la que aporta a la piedra un significado propio. El granito está íntimamente ligado con la historia y la cultura de Galicia y su vinculación con ritos ancestrales es evidente, aunque también con otras manifestaciones artísticas a lo largo de la historia. Para él cualquier piedra hallada en el campo tiene posibilidades de convertirse en escultura, es suficiente con comenzar a trabajarla, aunque preferiblemente sin una intervención muy profunda por parte del autor para que el granito pueda expresarse a través de su textura, desde las formas abstractas. Son estas últimas características las que convierten la producción de Paz en creaciones modernas, contemporáneas, que sin embargo están vinculadas ineludiblemente con la tradición y al mismo tiempo con el land art. El especialista José Jiménez resume la esencia del trabajo de Paz: “En nuestro contorno tecnológico, artificial, Manolo Paz impone sus piedras y lo hace como sucedía con el gran pionero de la escultura de nuestro tiempo, Constantin Brancusi, en una dinámica plástica que encuentra su fundamento en la voluntad de dejar hablar libremente a los propios materiales”. En la obra Sin título (granito, 120x190 cm., 1998) Manolo Paz ensambla fragmentos planos de granito construyendo una gran pieza modular de tendencia geomatrizante que se expande horizontalmente en el espacio. Las piezas se interrelacionan entre sí en un perfecto ensamblaje orgánico a través de cual establece un dialogo con el entorno. Mediante la talla directa y artesanal del granito Manolo Paz se enfrenta a las calidades expresivas de la piedra haciendo una relectura de ésta como material de significación propia. El autor pule más las partes planas de las piezas para dejar los bordes más toscos, de esta forma potencia su belleza natural, ya que contrapone y juega con las ideas de lo arcaico y lo sutil, lo expresivo y lo simbólico. En una misma obra se puede observar lo que el autor concibe de modo intelectual y lo que ya existe en la naturaleza. Así lo explica Xosé Antón Castro: “De esa fórmula atrevida nacen los contrastes, las texturas, los movimientos y una serie de deformaciones que delatan su inclinación por un pasado románico. Ahí tal vez esté su principal deuda y no con el mundo celta al que se suele asociar tras una simplificación un tanto vacía de sus verdaderos presupuestos”. Hay que destacar que la obra que nos ocupa es muy similar formalmente a otra de mayores dimensiones que tituló La última cena, por lo que este motivo religioso se vincula evidentemente con estilos más próximos en el tiempo como puede ser el románico, que el arte megalítico.
EXPOSICIONES:
"15 Cuentos Breves y Extraordinarios. Arte contemporáneo Fundación María José Jove" Marta García-Fajardo. Fundación María José Jove, A Coruña; Casa das Artes, Vigo; Centro Cultural Diputación Ourense; Auditorio de Galicia, Santiago. Octubre 2012- septiembre2013
LITERATURA:
titulo // s/t -azul
fecha_creacion // 2010
tecnica // Piedra y granito
dimensiones // 454 x 35 x 15