Aunque nacido en Astorga, en 1923, Julio Fernández Argüelles siempre ha sido considerado como un pintor de marcada raíz gallega. Después de vivir su infancia y juventud en León, donde experimenta sus primeras inquietudes artísticas de la mano de su amigo el pintor leones Demetrio Monteserin, Argüelles se traslada a Madrid en busca de alicientes que estimulen sus manifiestas inquietudes plásticas. Allí tiene ocasión de observar y estudiar la pintura de los maestros del pasado y del presente, tomando de ellos aquello que le interesa para luego trabajar en solitario. Argüelles es un pintor formado a si mismo a fuerza de tesón y voluntad. Al mismo tiempo y con el mismo entusiasmo se entrega a su otra pasión: el mar. Durante dieciséis años navega por todos los océanos, guardando en su retina las inmensidades azules que tantas veces llevaría después a sus cuadros. Ya establecido definitivamente en La Coruña se dedica a trabajar infatigablemente en el arte de la pintura hasta alcanzar una madurez plástica que se traduce en incontables encargos, exposiciones y éxitos artísticos. Argüelles pinta la realidad sin copiarla. Su pintura es una personal confluencia de elementos clásicos y expresionistas envuelta con un halo de misticismo y serenidad. Actualmente desempeña el cargo de Presidente de la Real Academia Gallega de Bellas Artes en favor de la cultura gallega.
titulo // Composición
fecha_creacion // ca. 1992
tecnica // Óleo sobre tablex
dimensiones // 60 x 96
ArgÜelles nos ofrece en esta obra una caprichosa composición en la que una mano, un bodegón, un florero y un fragmento de marina se acoplan amistosamente sobre una misma superficie.El bodegón es de factura sencilla y en él se aprecia un sentido emocional que el autor consigue mediante la propia simplicidad de las líneas, en contraposición con la consistencia del color, conseguido por la fusión entre múltiples tonalidades, resultando unas texturas vibrantes y personales.En la marina, las sutiles líneas de los barcos acompañan un fondo en el que cielo y mar se funden en la espesura de unos empastes cromáticos densos y jugosos.El factor humano aparece representado por una mano que, labrada por la melancolía, centraliza la emotividad de la composición.Todo el conjunto de la obra emana la serenidad de un pintor seguro de si mismo y verdadero conocedor de la técnica que exige su oficio.
titulo // Mujer y ventana
fecha_creacion // ca. 1992
tecnica // Óleo sobre tablex
dimensiones // 82 x 65
Parece, al contemplar esta obra, que el autor ha querido dejar al descubierto las profundidades de su alma, representadas tanto por la ventana del fondo como por la figura de la mujer. En la ventana aparece una vez mas la temática marina, no como un recurso cómodo, sino como reflejo de lo que el artista lleva grabado en su retina y en su alma tras largos años entregado a la vida de la mar. También la mujer pintada puede ser identificada con la personalidad del autor. La calidad emocional de la figura se inclina a la introversión. La ligera deformación tendente al alargamiento formal se ve reforzada por la marcada verticalidad de las manchas de color, evocando cierta melancolía que al autor le complace mostrar. Argüelles pinta la ternura apoyándose en un rostro de hermosura indefinida y en la delicadeza gestual de una figura que, al mismo tiempo, insinúa una cálida sensualidad. En la técnica aplicada destacan las texturas y calidades conseguidas tras un elaborado proceso de superposición de capas. El artista obtiene así el relieve y acabado de la figura que estaba buscando y que potencia, además, con un atrevido claroscuro. Los colores, una lucha permanente entre fríos y calientes, han sido aplicados en forma veladuras que van deliberadamente fundiéndose y confundiéndose en estratos transparentes de color, consiguiendo un resultado final muy personal.
titulo // Marina
fecha_creacion // ca. 1992
tecnica // Óleo sobre tablex
dimensiones // 45 x 37
Los muchos años que Argüelles vivió navegando hacen que encuentre en el mar una fuente inagotable de inspiración. Las marinas surgen emotivamente de sus pinceles con la confianza de quien ha estudiado a fondo las infinitas formas y colores del mar. Parece que al pintar este cuadro, Argüelles hubiera escogido el color azul como único protagonista de la paleta, para luego manipularlo sabiamente, unas veces aclarándolo hasta el blanco, otras obscureciéndolo hasta el negro. Solo unos toques de rojo en la lejanía contrarrestan la intencionada frialdad cromática que envuelve la obra.La mirada se clava allí donde mar y cielo se confunden. La dificultad para insinuar la línea del horizonte se resuelve contraponiendo sin miedo la dirección de unos trazos cargados de materia y textura.