Laxeiro es probablemente el artista más representativo de la historia del arte del S. XX en Galicia, la tierra que tanto amó y a la que supo darle el impulso necesario para llevar a cabo la renovación intelectual y formal que precisaba tras la Guerra Civil. Nacido en la aldea pontevedresa de Lalín, José Otero Abeledo, Laxeiro, emigra a los trece años con su padre a Cuba, en donde recibe sus primeras clases de pintura. Al regreso, y tras pasar fugazmente por la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, se instala de nuevo en Lalín, donde escarba en las raíces populares de su tierra, que después lleva a sus cuadros. Expone repetidamente en diferentes ciudades gallegas y realiza diversos murales de gran interés plástico, anticipándose en sus métodos formales a la posteriormente denominada Nueva Figuración. Pinta composiciones tendentes al barroquismo escenográfico, con escenas mitológicas inspiradas en fantasías personales, antroidos imaginarios, figuras irónicas y mundos legendarios que parten de tradiciones ancestrales, aunque nunca abandona el placer de retratar sencillos personajes populares de su tierra: campesinos, gaiteros o maternidades de primitiva ternura. En 1951 se traslada a Buenos Aires, donde permanecerá casi quince años, con una vida de intensa y exitosa actividad artística. A su regreso se instala definitivamente en Vigo, ciudad en la que más tarde quedaría emplazada la colección pública permanente de este pintor de extraordinaria carga humana e indiscutible trascendencia plástica para la historia de Galicia.
titulo // Flautista
fecha_creacion // 1987
tecnica // Sanguina y papel
dimensiones // 70 x 50
Quizás los dibujos sean el medio de expresión más puro y noble de un buen pintor. Laxeiro se complace en la ejecución de dibujos de personajes populares que realiza con verdadera soltura y seguridad. En esta sanguina podemos ver la gracia de unos trazos nerviosos, de líneas curvas y manchas volumétricas, que dan como resultado una imagen de gran dinamismo y vivacidad.Alguna vez se ha dicho que Laxeiro se repite. No es cierto. Basta con comprender al Laxeiro interior, al hombre que nació y enraizó sólidamente en la aldea gallega. Su temática es pues el resultado de una simbiosis. Laxeiro aprovecha los recursos y se complace en ello. Los modelos extraídos del pueblo son parte de sí mismo. Laxeiro no se repite. Tal vez pinte con el alma.
titulo // Flautista
fecha_creacion // 1958
tecnica // Carbón sobre papel
dimensiones // 65 x 51
Los dibujos a carboncillo de Laxeiro son como pinturas en blanco y negro, composiciones a dos colores de extraordinaria expresividad. En esta obra el autor nos representa un flautista, de forma achaparrada y enanoide, con el que quiere interpretar su manera de entender la propia existencialidad: reinventando unas figuras de aspecto deformado como si fueran un reflejo de la realidad que el siente. Al mismo tiempo, no falta en ellas la ternura y el sano sentido del humor, características constantes en su obra. El artista utiliza un lenguaje directo y comunicativo. El calor que desprende el dibujo está conseguido por el movimiento de sus trazos, realizados en tramos cortos y superponiéndose unos a otros, de manera que el resultado final es de una estimulante vibración. Laxeiro posee un dominio absoluto en el empleo del carboncillo, del que sabe aprovechar al máximo las posibilidades que ofrece, ora explotando las negras sombras, ora extrayendo luces de la espesura.
titulo // Maternidad
fecha_creacion // 1958
tecnica // Óleo sobre lienzo
dimensiones // 50 x 40
Pocas veces una pintura se identifica tan bien con su autor como las maternidades de Laxeiro, fiel reflejo de él mismo, de una personal combinación entre firmeza y ternura, entre ingenuidad y conciencia. A Laxeiro le gusta jugar con la técnica oleosa. Mientras que unas veces sus cuadros están repletos de carga pictórica, otras, como en esta maternidad, el autor logra transmitirlo todo utilizando la mínima cantidad de materia. Las líneas son las elementales, los colores han sido reducidos a unas cuantas tierras y la capa pictórica ha sido adelgazada casi hasta la transparencia. Todo ello, contrariamente a lo que pudiera parecer lógico, hace aumentar la fuerza expresiva de las figuras, concentradas en el color negro, que se ha utilizado tanto para los gruesos contornos como para un sombreado directo y pétreo. El dibujo se ha configurado con unos trazos de formas siempre curvas que modelan unos volúmenes contundentes, rostros redondeados de aspecto rústico y mirada firme e inocente, donde no hay lugar para la afectación. Parece como si Laxeiro quisiera hacer la radiografía del alma de una madre, tal vez la suya propia.