Mallo, Maruja
(1902 - 1995)

Ana María Gómez González nace en 1902 en Viveiro (Lugo), donde su padre, agente de aduanas, se halla provisionalmente destinado. Tras recorrer diversas ciudades españolas, en 1922 la familia Mallo se traslada definitivamente a Madrid, donde tanto ella como su hermano Cristino cursan los estudios artísticos en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Su introducción en el ambiente vanguardista de la capital y, particularmente, la estrecha relación mantenida en la Residencia de Estudiantes con algunos de los protagonistas de la generación del 27 con los que, entre otras actividades, participó en las misiones pedagógicas de la segunda república, determinan la evolución personal y artística de Maruja Mallo, cuyos horizontes artísticos se extienden por los campos de la ilustración, la escenografía teatral o la cerámica, entre otros. Tras las primeras obras de carácter alegre y colorista: verbenas y motivos de fiesta popular expuestas, en 1928 por impulso de Ortega y Gasset, en los Salones de la Revista de Occidente, su pintura se torna descorazonada y, a principios de la década de los treinta, transgrede los esquemas plásticos con la serie titulada Cloacas y Campanarios: esqueletos, espantapájaros y composiciones de carácter catastrófico, realizadas con materiales de deshecho y orientadas, en clave surrealista, hacia una línea de acusación social. A pesar del importante éxito de la muestra en Paris, a donde había acudido con una beca de la Junta de Ampliación de Estudios de Madrid, la pintora regresa a Madrid e inicia una nueva etapa plástica encaminada hacia la ordenación geométrica y las leyes matemáticas, iniciada con la serie Arquitecturas. En esa época realiza también una pintura socialmente comprometida, con temas relacionados con el trabajo del campo y del mar. En 1937 se marcha a América Latina, donde ejerce una intensa actividad como artista y conferenciante, principalmente en Argentina y Uruguay y Chile, donde mantiene una estrecha amistad con Pablo Neruda. En la madurez pictórica de esta extensa y fructífera época destacan, entre otras, las series de Máscaras, Retratos Bidimensionales, Cabezas de Mujer ó Naturalezas Vivas. Partiendo de las coordenadas surrealistas de su individual universo plástico, son obras que ensalzan el alma de los pueblos y de sus razas, especialmente del mundo indígena americano, referencias autobiográficas, alusiones sociales o testimonios gráficos de experiencias personales, como en la serie Naturalezas Vivas. Después de 24 años de exilio, en 1961 regresa definitivamente a España, estableciéndose de nuevo en Madrid. En 1982, el Ministerio de Cultura le concede la Medalla de Oro de las Bellas Artes. Tras una vida extraordinaria, Maruja Mallo muere en 1995, reconocida como una referencia imprescindible dentro de las vanguardias históricas que protagonizaron el panorama artístico español del S. XX.