Manuel Rivera (Granada, 1928-Madrid, 1995) se formó en la Escuela de Artes y Oficios de su ciudad natal desde 1941, para después trasladarse a Sevilla donde continuaría sus estudios en la de Bellas Artes, de la que llegará a ser profesor de dibujo en 1951. En ese mismo año se traslada a vivir a Madrid, ciudad en la que comenzará a interesarse por la abstracción, un interés que se acrecentará en años sucesivos con la participación en el Congreso de Arte Abstracto de Santander en 1953 y su viaje a París en 1955, donde se acerca al informalismo. A su regreso y tras sufrir una crisis, abandona los materiales pictóricos y comienza a trabajar sobre obras abstractas de carácter espacial en las que incorpora telas metálicas. En 1957 participa en la fundación del grupo El Paso, junto con Saura, Feito y Millares, entre otros. Este movimiento es clave para entender la renovación plástica que se produjo en una España que vivía inmersa en una dictadura y en un anquilosamiento en el panorama cultural, convirtiéndose en un grito de libertad política, ideológica y cultural, a través de un ámbito pictóricamente abstracto, en el que predominaba el gusto por la materia, la expresividad del gesto y la economía cromática. Sin embargo, Rivera abandonó la formación a los pocos meses de haberse fundado, apostando por una obra muy personal que alude a los tres elementos principales de su obra: la luz, la representación del espacio, y el concepto de forma, que se hace patente en series como Metamorfosis o Los Espejos en las que extrae todas las posibilidades expresivas de las redes de metal. Su actividad expositiva fue muy relevante tanto a nivel nacional como internacional desde 1947 hasta el final de su carrera que fue galardonada con importantes reconocimientos como la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes; el nombramiento como miembro de la Real Academia de Bellas de San Fernando de Madrid o la Gran Cruz de Isabel la Católica. Son muy numerosas las colecciones importantes que poseen obra de este autor, entre las que se puede destacar el British Museum (Londres); el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid); el Museo de Arte Moderno (Nueva York) o el Museo Nacional de Arte Moderno de la Villa (París).
titulo // Metamorphosis Parca
fecha_creacion // 1962
tecnica // Malla matálica
dimensiones // 100 x 72
Manuel Rivera desarrolló una producción caracterizada por el dramatismo y el lirismo que convergen en cada una de sus creaciones. Interesado desde los inicios de su carrera por el informalismo, prescindió muy pronto de los soportes y materiales tradicionalmente pictóricos como son el lienzo y el óleo, para centrase en el uso de mallas metálicas ancladas a armazones de madera. En la obra Metamorphosis Parca (malla metálica y madera, 100x72 cm., 1962) el autor juega con este material industrial anclándolo a un bastidor de madera y a través del cual elabora una composición orgánica e informal. Inspirado por los efectos que genera la malla metálica y los alambres, Rivera consigue una creación muy particular en las que la superposición de distintos fragmentos de este material consiguen un peculiar efecto de relieve, de profundidad y de juegos lumínicos que varían dependiendo del punto de vista del observador. De esta forma, el autor implica al espectador en la obra a medida que se desplaza ante ella para contemplarla. Rivera crea así un efecto óptico variado con las irisaciones del metal, que se enriquece con los juegos de luz y sombra resultantes de su relieve. Desde los inicios de su carrera, Rivera se preocupó por la consecución del espacio a través de sus creaciones, que no logró resolver nunca con los métodos pictóricos tradicionales por lo que a mediados de los años 50 abandonó el expresionismo pleno de materia sobre el que había trabajado hasta entonces. Con la incorporación de las mallas metálicas, el pintor logra generar el espacio que tanto anhelaba, recreándose en el vacío que se divisa a través de las tramas. Estas características propiciaron que muchos especialistas lo quisieran enmarcar dentro de la escultura, pero él siempre se definió como pintor. Rivera suele aunar sus trabajos en series, algunas de las cuales se prolongaron durante años. La titulada Metamorfosis, a la que pertenece la obra que nos ocupa, se desarrolla entre 1958 y 1963, y se convierte en una de las más importantes de su carrera. La serie está vinculada con los sentimientos extremos, con las emociones más violentas, con el dramatismo que generan la concentración y expansión de la disposición de los materiales empleados por este singular autor. La obra homónima de Frank Kafka es el motivo de inspiración, que al mismo tiempo se convierte en un homenaje hacia el escritor y hacia el universo que se refleja en sus libros. Con ella el autor quiere reproducir la angustia y la soledad que atormentaban a Kafka, agujerando y desgarrando el material con el que genera su obra. Los años 60 se convierten en los más destacados de la producción del autor y a pesar de que pronto introduciría el color en sus obras, en este período juega con el efecto de oxidación propia del material que potencia al tratarlo con ácido. Rivera desarrolla así, un particular lenguaje plástico abandonando las técnicas pictóricas más clásicas y apostando por el empleo de mallas metálicas a través de las cuales creó una estética muy personal que indaga en la representación del espacio.
EXPOSICIONES:
LITERATURA: