Nacido en 1932, Rafael Ubeda Piñeiro, comienza su educación artística en su ciudad natal, Pontevedra, estudiando desde muy joven los secretos de las técnicas pictóricas. En 1956 se marcha a Madrid para cursar los estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y la Escuela Nacional de Artes Gráficas. Una vez finalizados éstos, se traslada a Holanda para continuar su formación en varias prestigiosas escuelas del país, entre los años 1963 y 1964. Con posterioridad, fija su residencia en Roma, donde vivirá cuatro años en los que el pintor se consolida definitivamente como un gran artista. En este período reafirma su tendencia plástica postcubista y el rigor técnico y constructivo que va a caracterizar la factura de sus obras. En esta época se hace partícipe del célebre grupo Zebra de Amsterdam, un colectivo de artistas definidos por unas propuestas plásticas fundamentalmente expresionistas. En 1967 realiza un gran mural para la basílica de la Anunciación, en Nazaret, Israel. Es, además, un magnífico grabador.Su trayectoria profesional cuenta con innumerables exposiciones y colaboraciones en importantes acontecimientos plásticos como pintor, grabador o muralista. Hombre de grandes inquietudes, Ubeda es, además, un violinista excelente que ha llevado a cabo algunos interesantes estudios sobre la interacción entre los ritmos musicales y plásticos. Y es que la pintura de Ubeda es, realmente, una sinfonía de ritmos sólidamente sincronizados y estructurados. Su lenguaje plástico es concebido como una fusión entre expresionismo y postcubismo. Con un excelente oficio, sus composiciones son distorsiones meditadas de la realidad. Con frecuencia la figura humana aparece fragmentada en planos, en actitudes desgarradas o en términos irónicos, pero siempre transmitiendo una fuerte expresividad.
titulo // Paisaje
fecha_creacion // ca. 1960
tecnica // Óleo sobre tabla
dimensiones // 55 x 95
La línea alta del horizonte permite al autor disponer de un gran espacio en el que desarrollar este paisaje de formas rocosas, llevado al lienzo con una factura excelente. Ubeda ha planteado el espacio como una sólida construcción de fragmentos geométricos individualizados, acertadamente dispuestos para que formen una sola unidad estructural, como si esta hubiese sido sutilmente fragmentada en una sucesión de formas y volúmenes. Siguiendo una línea más o menos postcubista, Ubeda logras esos volúmenes merced a un dibujo firme y a unos planos de color atrevidamente determinados.La paleta cromática empleada es escueta en cuantía de colores, pero no así en calidades tonales. La estratificación de trazos y el denso entramado de pinceladas en la propia superficie de la obra deriva en la producción de multitud de matices cromáticos, surgidos a partir de unos verdes y tierras predominantes, que imprimen a las masas de color solidez y opacidad, además de potenciar el rítmico y acompasado movimiento que se desprende desde el interior de la obra.