(Seudónimo de José Viola Gamón; 1919-87) Pintor español, n. en Zaragoza y m. en San Lorenzo de El Escorial. En su juventud vivió en Lérida. Pasó luego a Barcelona a estudiar filosofía y letras, pero la Guerra Civil interrumpió su carrera. Enrolado en las milicias republicanas, en 1939 hubo de emigrar a Francia. Estuvo allí internado en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer y luego participó en la Resistencia contra los alemanes. A su regreso a España en 1950 se intensificó su actividad pictórica y en 1958 formó parte del grupo «El Paso» de Madrid. Su pintura, encasillada en el expresionismo abstracto, tiene como identificación el fondo tenebroso de sus telas en el que hay notas de color amarillas, blancas o azules de gran impacto
titulo // Composición abstracta
fecha_creacion // 1954
tecnica // Óleo sobre lienzo
dimensiones // 54 x 65
La pintura de Viola refleja un personal expresionismo abstracto que despliega una gran fuerza gestual, con una inconfundible luminosidad, que sólo restringe cuando aplica a la obra una intención más dramática. Dentro de la trayectoria del autor se distinguen dos etapas, la primera la que corresponde con los años previos a su incorporación al grupo El Paso, en la que su producción se mueve por distintos estilos europeos como el surrealismo y el expresionismo. La segunda, a partir de 1958, en la que su estilo se define por completo, abandonando las referencias figurativas y abordando un característico expresionismo abstracto. La obra Abstracto (óleo sobre lienzo, 54x56 cm., 1954) se enmarca dentro de la primera mitad de los años 50, a pesar de esto, ya adelanta alguna de las características de su producción posterior, donde el artista mostrará especial preocupación por la luz, la sombra, el espacio y el vacío. En ella queda patente la impronta expresionista a través de la cual ofrece datos figurativos, relacionados con el paisaje, aunque interpretados a través de un tratamiento informalista y colorista. El autor aplica brochazos de poderosa fuerza cromática sobre la tela con pincelada energética, dinámica y abundante en materia. Viola utiliza un colorido vivo, que resta dramatismo a la escena, como se aprecia en los amarillos y naranjas, que contrastará con la sobriedad cromática de su producción posterior donde emplea con mucha más frecuencia el negro. La obra se ejecuta un año después de su primera exposición individual en 1953, coincidiendo con un período de estancia en París, donde logró importantes ventas en la Galería Claude Bernard. En la capital francesa había contactado a comienzos de la década de los años 40 con importantes maestros como Picabia o Picasso, así como con Hartung, Etienne y Soulages, de los cuales aprende a valorar la abstracción expresionista hacia la que derivaría su producción, introduciendo un giro en su trayectoria. La vinculación estilística de este artista con Hartung y Mathieu se explica fundamentalmente en su interés por la aplicación directamente en el lienzo de los pigmentos desde los tubos, por los movimientos impulsivos de su gesto y por la velocidad de ejecución. Desde los inicios de su carrera, el zaragozano se distingue por los trazos gruesos y los gestos rotundos cargados de empaste. Viola explicaba así su aplicación del color: “Hago enfrentarse en mi lienzo a la luz y a la sombra. Para mí, el color nunca es color, es solamente un aspecto del conflicto entre la luz y las tinieblas”. Por su parte, su colega de El Paso, Antonio Saura, definía así su estilo: “Sus espatulazos amplios, sus pinceladas generosas, reflejaban un caos de unas estructuras destrozadas, aéreas y dinámicas, atravesadas a un tiempo por fuerzas centrífugas y centrípetas, inconclusas ...”. Manuel Viola concibió la abstracción como un medio para aproximarse al mundo de las ideas y de los valores cromáticos. Para él, pintar constituyó una forma de disfrute a través de la creación plástica y esta particularidad lo convertiría en un destacado representante del informalismo español de la segunda mitad del siglo XX.