Mº del Carmen Lamas Pérez (Vigo, 1954) está considerada como una de las figuras más significativas dentro del paisaje artístico gallego actual. Aunque ya en la década de los setenta son destacables sus innovadoras actividades artísticas, con el Colectivo da Imaxe, y colaboraciones escenográficas y de diseño gráfico, su consolidación como artista plástica se produce con la formación del Grupo Atlántica. Junto a otras figuras de diversas tendencias, pero de inquietudes similares, los componentes de este colectivo dinamizan y renuevan la plástica gallega en los inicios de la década de los ochenta, obteniendo una importante repercusión dentro del panorama artístico nacional.En 1982, además de realizar su primera exposición individual, participa en varias muestras de notable relevancia, como las del II Salón de los 16, o la denominada 26 Pintores, 13 Críticos, todas ellas en Madrid. A partir de entonces sus exposiciones individuales se repiten constantemente y concurre, en numerosas ocasiones, a ferias de renombre internacional como la de ARCO, presente en todas sus ediciones desde 1984, la de Basilea o la de Colonia.En sus inicios, la plástica de Menchu Lamas se desarrolla bajo la influencia del expresionismo abstracto americano, corriente de la que se sintió fuertemente seducida durante un significativo y fructífero viaje a Nueva York realizado en 1980 con Antón Patiño, Guillermo Monroy y Anxel Huete, que dejaría profunda huella en todos ellos. Posteriormente, el argumento figurativo, presente en su obra de la década de los ochenta, evoluciona hacia nuevos planteamientos vertebrados por una iconografía alegórica y propuestas conceptuales, jugando constantemente con la influencia de sombras, proyectadas en negativo o positivo, frecuentemente a modo de estampaciones, reduciendo formas y dejando espacio a los fondos, de los que extrae todas sus posibilidades de juego, estratificándolos en trazos secuenciales y campos cromáticos seriados.
titulo // Man
fecha_creacion // 1992
tecnica // Mixta sobre lienzo
dimensiones // 70 x 70
Lejos ya de los colores oscuros, de la figuración humana o sus derivaciones en fábulas de bestiarios, protagonistas de sus propuestas plásticas de los ochenta, Menchu Lamas sugiere ahora un dialogo entre la realidad representada y un grafismo simbólico o, lo que es lo mismo, un planteamiento a medio camino entre verdad y ficción. La primera se manifiesta por el elemento figurativo, la huella de una mano llevada a término con pincel pero emulando una estampación, como realmente sucede en otras muchas composiciones de la autora, respondiendo a un código personal de transcripción de sus ideas. Son pensamientos íntimos y simplificados, materializados con enigmáticos elementos plásticos y el recurso, de tinte conceptual, de la sombra negra, nítida y concisa, proyectada como una impresión sobre un recuadro de brochazos premeditadamente ingenuos, superpuesto a un fondo estructurado por un armazón de geometrías libres, líneas y entramados secuenciales. Al predominio de la línea vertical, que ordena la estructura interna de la obra, se contraponen unas tablillas blancas que proyectan tenues sombras coloreadas, azules y amarillas. Menchu Lamas conforma la composición a base de una extracción hábil y ambigua de la iconografía que vertebra su repertorio formal.
titulo // Na mesa
fecha_creacion // 1985
tecnica // Mixta sobre lienzo
dimensiones // 200 x 300
El efecto impactante e inmediato de Na mesa, expuesta en la XVIII Bienal de Sao Paulo, cuando Menchu Lamas fue seleccionada para representar a España, en 1985, viene determinado por la confluencia de una serie de características que responden a unas necesidades expresivas, tales como la monumentalidad del formato, la esquematización de las formas, la rotundidad de unos contornos que potencian los diferentes planos de color, la evidencia de la gestualidad espontánea ó la desproporción y magnitud de los diferentes elementos estructurales de la composición, otorgándoles a todos y cada uno de ellos vida propia, como manos, cabezas, cuerpos, las uvas, el pez o la mesa. En la obra asoma la tradición románica galaica de figuras extraídas de un repertorio de extraños seres alegóricos, representados con formas figurativas sintetizadas y efectistas, en un contexto exento de artificios espaciales. La pintora estudia el desarrollo de grandes campos de color contrastados y potenciados por la separación entre ellos, con unos trazos negros y rotundos que, además, estructuran la composición, y enfatizan el carácter expresivo de la obra, respondiendo así al espíritu y la concepción artística de la pintora en aquella esplendorosa y fructífera década de los ochenta. Menchu Lamas domina los espacios pictóricos de grandes dimensiones. En ellos puede dar rienda suelta con mayor frescura a la libertad gestual. El gran formato implica la participación del cuerpo en el acto de pintar, una necesidad para muchos de los artistas de ese momento. Esto significa que tanto el cuerpo como la mente intervienen juntos en el proceso de ejecución de la obra, potenciando así el goce y la exaltación del acto en sí mismo.
EXPOSICIONES:
LITERATURA: